Publicado en Nacion321
29 may 2018
Tienen presencia constante en nuestra vida cotidiana, con frecuencia divertida e informativa, a veces incómoda y casi siempre distractora. Están ahí, no para todos pero sí para una gran mayoría de personas, acompañándonos para reportar y difundir nuestros gustos, indignaciones, actividades, fastidios y diversiones. Las redes sociales son una de las grandes presencias en la vida pública y privada de nuestra actualidad. Inciden en nuestras percepciones y habrá que estar conscientes de su influencia en nuestros comportamientos, especialmente en sociedades democráticas y en particular en tiempos electorales.
Según el INEGI, en 2017, año más reciente para el que existen cifras sobre el tema, en México hay 71.3 millones de usuarios de Internet de 6 años de edad o más; es decir, 63.9% de la población de esas edades. Comparada con otros países, la penetración de Internet en México parece limitada, pero en telefonía celular la brecha entre usuarios y no usuarios es un poco menor: INEGI reporta 80.7 millones de usuarios de telefonía móvil, que equivale a 72.2% de toda la población de 6 años de edad y más. El alcance de la telefonía móvil es clave si se toma en cuenta que 90% de la población de 6 años de edad o más utiliza el teléfono celular para conectarse a Internet. Como se puede esperar, el perfil predominante de usuarios de la red es de jóvenes: dos de cada 5 (38.5%) tiene entre 18 y 34 años de edad.
Respecto de las redes sociales, la Asociación Mexicana de Internet indica que 89% de los mexicanos mayores de 6 años usamos Internet principalmente para las redes sociales. Cada usuario de Internet en México tiene, en promedio, cinco de ellas: Facebook es la de mayor penetración (98%), seguida de Whatsapp (91%), YouTube (82%), Instagram (57%) y Twitter (49%). En suma, aunque afectados por brechas de acceso importantes, sectores mayoritarios de la población mexicana usan Internet, en una gran proporción por medio de su teléfono celular, y con una clara preferencia o interés en usar redes sociales, en la que predomina, claramente Facebook.
Las redes sociales, e Internet en términos más generales, han sido un instrumento potente para darle una voz a personas que de otra forma no tendrían acceso a la interacción que las redes ofrecen. Han sido un recurso de movilización social poderoso y un medio para informar sobre sucesos cuando otros canales tradicionales dejan de operar (como en desastres) o son censurados (como la prensa, la radio o la TV en regímenes autoritarios). Las redes sociales han demostrado ser muy útiles para socializar el sufrimiento humano y ayudar a encontrar soluciones colectivas para aliviarlo. Por sus atributos y diseño, las redes sociales potencian la fuerza de la indignación moral y social, contribuyendo a veces a fortalecer contextos de exigencia, pero en otras, desafortunadamente, a esparcir discursos de odio.
Mientras en 2011, en plena Primavera Árabe, las redes sociales eran sinónimo de liberación y aire democrático, hoy, 7 años después, tras el Brexit, la elección presidencial de Estados Unidos y Cambridge Analytica, las redes sociales son percibidas con reserva por muchos y algunos incluso las ven como una amenaza potencial a la vida cívica en una democracia.
En efecto, además de asuntos como la diseminación nociva de noticias falsas y el llamado efecto de cámara de eco, que contribuye a la fragmentación en los vínculos sociales, hay evidencia de que las redes sociales, emocionales como son, pueden contribuir a la violencia en el mundo no digital. Un estudio académico en Estados Unidos encontró una relación, a nivel de condados, entre el número de usuarios de Twitter y la incidencia de crímenes de odio, en particular a la comunidad musulmana residente en aquel país. En una campaña electoral todo es emoción y las redes sociales son espacio fértil que puede ayudar a darle impulso a esas emociones.
El Instituto Nacional Electoral ha aprendido de la historia reciente sobre el uso de las redes sociales, tanto de su potencial informativo como de sus posibles usos perniciosos para el voto libre. El acuerdo que suscribió el INE con Facebook, primero en el mundo que una autoridad electoral firma con esta red social, busca promover la participación ciudadana. Su mayor utilidad informativa se observará el día de la jornada electoral, cuando se colocará en la red un botón de “Elector informado” para que el 1 de julio los ciudadanos conozcan horarios y ubicación de su casilla y un Megáfono electoral para incentivar el voto, también el día de la jornada electoral.
El INE también ha promovido que los debates presidenciales se difundan en redes sociales y los resultados hasta ahora han sido alentadores. Casi 9 millones de personas vieron el primer debate presidencial por Facebook, Twitter, YouTube o Google, es decir, poco más de 40% del total de la audiencia de ese debate, que llegó a un total de 20 millones de ciudadanos. En el segundo debate presidencial las redes sociales también expandieron la conversación pública sobre este evento: fue seguido por 1.7 millones de personas en Facebook, 1.2 millones en Twitter, y un millón de espectadores en YouTube.
Este conjunto de medidas ha buscado contribuir a que esta elección sea la más explicada y la más accesible a la ciudadanía en términos informativos. Estas y otras medidas de divulgación de la tarea organizativa del proceso electoral también han querido hacer que toda la ciudadanía sea parte de una gran conversación colectiva, la de sus elecciones, su presente y su futuro.
En las circunstancias actuales, con la extendida penetración de las redes sociales en la vida pública y estando en tiempos electorales es inevitable preguntarse, ¿cómo contribuyen las redes sociales a la deliberación pública? ¿en qué medida favorecen, o no, el involucramiento de la sociedad en la conversación sobre la vida pública y en el proceso electoral? ¿cómo desincentivar el discurso de odio que las redes parecen alentar con no poca frecuencia sin afectar la libertad de expresión? Quizá en este proceso electoral no lograremos responder del todo a estas preguntas, pero hay que tenerlas presentes para ir construyendo evidencia para poder responderlas.